El día del estreno el Teatro Real se llenó de magia…
Ha sido increíble verles organizarse y dirigirse en equipo
para trabajar por un objetivo común, ver su entrega y concentración, dando lo
mejor de sí mismos sin perder los nervios ante los errores de los demás.
Esta experiencia es algo único en sus vidas, importantísima,
muy valiosa… les ha ayudado a crecer como personas y como grupo. Han creado
juntos algo tan bonito, que cuesta creer que lo hayan hecho solos.
Han luchado consigo mismos a lo largo de este curso para
vencer sus miedos e inseguridades, sus pequeñas manías que a veces afectaban a
los demás… Les he visto superar enfados, pérdidas de paciencia… manejar
magistralmente el estrés, organizando el caos que supone montar una obra de
teatro musical con todas las implicaciones que conlleva.
Han adquirido autonomía y confianza en sí mismos, así como
en las capacidades de algunos de sus compañeros a los que hasta ahora casi no
valoraban porque no conocían todo lo que podían dar. En la compañía, desde el
primero hasta el último, todos han tenido un sitio y una importancia única para
el funcionamiento del grupo. Si uno faltaba, se le echaba de menos porque tenía
un trabajo muy importante para los demás.
Ante eso, me quito el sombrero. Quiero decir que, aunque no
hayan aprendido de memoria “los ríos de la península”, han salido ganando y muy
mucho. Han aprendido a vivir… A hacer cosas juntos, cosas “importantes”, y a
valorar y respetar el trabajo propio y de los demás. A sentir fluir la
creatividad y el gusto por el trabajo bien hecho, por el esfuerzo para que las
cosas salgan bien.
Y es que han trabajado en lo que de verdad les interesa, ahí
reside el truco.
Claro, con todo esto, nosotros también hemos aprendido. A
creer en ellos y en sus posibilidades, a confiar en que pueden hacer cosas
grandes, a respetar esa personita que llevan dentro llena de ideas y
sentimientos por expresar… A dejarles hacer para que su imaginación y
creatividad puedan desarrollarse de verdad.
Alguien me dijo que los niños nos habían enseñado mucho el
domingo y cuánta razón tiene, y lo peor… o lo mejor, es que algunos de nosotros
ni siquiera nos hemos dado cuenta. No somos conscientes de ello o quizá no nos
hemos parado a pensarlo despacio…
Pensad en ello por unos instantes…
Les hemos visto disfrutar haciendo algo que a más de uno de
nosotros nos hubiera puesto de los nervios, subirse encima de un escenario a
mostrar a un público muy diverso un producto elaborado por ellos mismos,
impregnado con sus ideas e ilusiones. Y aún más. Nos han enseñado cómo hacerlo
bien, disfrutando y con naturalidad, como son ellos. Sin dar demasiada
importancia a sus propios errores, porque “no pasa nada por equivocarse”.
No dejemos que pierdan esa espontaneidad y esa naturalidad
que tienen, tratemos de potenciarles sus capacidades y dejemos de obsesionarnos
con que aprendan una serie de contenidos que de momento no significan nada para
ellos y que en un mes habrán olvidado. Creo que eso sirve de muy poco, si acaso
para desarrollar la memoria, pero y después ¿qué queda?
¿Por qué los niños se expresan con tanto sentido en sus
cuadernos de reflexiones personales? ¿Os lo habéis preguntado?...
Efectivamente, porque escriben sobre algo que les importa de
verdad. Algo de lo que se sienten parte. Porque por fin tienen algo valioso que
decir que tiene mucho significado para ellos, que sale de su interior, de sus
sentimientos más profundos.
Y todavía hay quien se pregunta si todo esto les habrá
servido para algo…
Por favor, no dejemos que pierdan su palabra ahora que
tienen tanto que decir. Dejemos de limitarles y démosles alas, oportunidades
para expresar todo lo que piensan, todo eso que llevan dentro.
Quiero daros las gracias a todos los que estuvisteis allí de
verdad, y estar allí de verdad ya sabéis lo que significa. Disfruté viendo
disfrutar a esos enamorados de los niños que tanto se me parecen. Sé quiénes
sois, os reconozco porque al terminar pude verlo en vuestros ojos, que
brillaban y sonreían. Gracias por seguir creyendo en esto. Es posible crear un
mundo mejor desde nuestros niños, no se nos puede olvidar que son ellos quienes
formarán las sociedades futuras…
Muchas gracias por vuestro apoyo, vuestra entrega y la
confianza depositada en los alumnos y en mí. Ha sido un placer.
Cristina
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